Además, el demérito que sufren los poderes públicos no permite que el ciudadano se sienta orgulloso de formar parte del colectivo por producirse una pérdida progresiva de fe.
El ciudadano percibe que la tasa con la que contribuye (impuesto) es muy alta y desproporcional con sus ingresos. Asimismo, la forma de determinar los gravámenes y calcular sus enteros resulta demasiado compleja e intrincada, haciendo incomprensible al contribuyente cumplir aunque tenga la disposición de hacerlo.
Otra razón es que no se aprecia la eficiencia en la administración de los recursos del contribuyente y la falta de transparencia en el ejercicio del presupuesto e inadecuada rendición de cuentas.
SEVERAS SANCIONES Y DIVORCIO
Se ha tomado el camino equivocado al querer promover el cumplimiento de la obligación fiscal con el establecimiento progresivo de nuevas y severas sanciones, así como otras graves consecuencias jurídicas para los que se consideran que son incumplidos y el otorgamiento de drásticas y trascendentales facultades de fiscalización, lo que origina en muchas ocasiones un divorcio más acentuado entre el contribuyente y administración.
Acusa que el sistema tributario se ha enfocado más en la fiscalización que en motivar el cumplimiento espontáneo.
RELACIÓN TENSA
Lo único que se ha logrado a través de este sistema de cobro de impuestos es tensar más la relación jurídico-tributaria hasta hacerla a veces insoportable y odiosa para el contribuyente.
Es por ello que la Prodecon concluye que una nueva cultura contributiva no puede aplazarse ni condicionarse, ya que representa un pacto social que permitirá la contribución efectiva del pueblo mexicano.