Además, los esfuerzos por aumentar los ingresos del Gobierno federal derivaron en cambios que afectaron a los contribuyentes cautivos y sobre los cuales ya recaía el cobro de impuestos.
«Básicamente, los esfuerzos recaudatorios recayeron sobre los contribuyentes de siempre, que son menos de la mitad de la fuerza de trabajo que hay en el País.
«Hoy, los mismos contribuyentes pagamos más impuestos que hace 6 años», dijo Carlos Cárdenas, presidente del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP).
El problema, explicó, es que a lo largo del sexenio no hubo una verdadera reforma integral que cambiara por completo el esquema tributario, lo hiciera más sencillo y más participativo.
Por el contrario, las reformas fiscales incluso trajeron en algunos casos mayores complicaciones, principalmente, con la implementación del Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU).
«Fueron reformas muy desafortunadas, principalmente cuando se introdujo el IETU, pues estaba mal enfocado y ocasionó problemas a los contribuyentes», mencionó.
Ante la crisis y la falta de ingresos, el Gobierno saliente optó únicamente por el alza en las tasas de impuestos, como en el caso del Impuesto sobre la Renta (ISR), que pasó de 28 a 30 por ciento luego de la debacle financiera de 2008.
Otros intentos para mejorar la fiscalización fueron dotar de mayores facultades al SAT por medio del embargo de cuentas, se ampliaron las obligaciones para los asalariados, se introdujo la factura electrónica y se crearon las cartas invitación para captar más contribuyentes.
Sin embargo, en todos esos casos hubo quejas de abuso hacia los contribuyentes o dificultades para su implementación, explicó, Martín Fierro, socio fiscal de RSM Bogarín.
Los nuevos mecanismos, agregó, estuvieron también enfocados hacia los contribuyentes cautivos, quienes tuvieron que actualizarse constantemente para evitar alguna sanción del SAT.
En el mismo nivel
A pesar de los cambios a la ley y los esfuerzos recaudatorios, los ingresos tributarios no tuvieron el crecimiento esperado.