Revisión fiscal

C.P.C. Héctor Vázquez González.- Las modificaciones a las leyes fiscales y la creación de boletines acordes con la situación económica del país y del mundo facilitan el trabajo del auditor y hacen de la contaduría pública una profesión más transparente y de calidad.

 A quién en este medio de contador público, y más si se especializó en Auditoría y se dedica a esto, no le ha llegado un oficio de la autoridad hacendaria o del Servicio de Administración Tributaria (SAT) donde solicitan su presencia en alguna de las administraciones, con toda la documentación, papeles de trabajo y demás información que obtuvo para determinar su dictamen (opinión) sobre la situación financiera de una entidad económica.

Estas cuestiones suceden y seguirán ocurriendo. Lo que debemos hacer como profesionistas de la contaduría es buscar la calidad en nuestro trabajo, para que las revisiones también lo sean.

De cierta forma, seguimos sintiendo la revisión de papeles de trabajo sobre nuestra auditoría como un martirio, algo que es nuestro deber, pero es desagradable. Es decir, no ha sido por voluntad propia, sino por la combinación de diversos factores; lo ideal es encontrar un punto medio y las vías adecuadas para una mejor claridad en la fiscalización.

Por una profesión de alto nivel

Al interior de nuestro gremio, donde se busca vanguardia y sobre todo una mayor calidad, el Consejo Mexicano para la Investigación y Desarrollo de Normas de Información Financiera (CINIF) y la Comisión de Normas de Auditoría y Aseguramiento (CONAA) han realizado un excelente trabajo en la modificación, actualización y creación de boletines que estén acordes con la situación económica actual del país, los cambios globales y con la propia carrera de contador público.

Las Normas de Auditoría han tenido muchas modificaciones, una de ellas fue la que la CONAA emitió el primero de enero de 2011, las Guías de Auditoría, que se agrupan en la serie 6000 y que se fusionan con los Procedimientos de Auditoría (serie 5000), para tener esto en un sólo compendio.

En reuniones de trabajo al seno de la Comisión de Auditoría, nuestro representante —miembro de la CONAA— nos platicó el porqué de las guías. Del resultado de las diversas y cuantiosas revisiones de papeles de trabajo del SAT y de los procedimientos que nos solicitaban, la CONAA, con base en estudios realizados, determinó separarlos y dejarlos como «guías» para que el auditor las utilice de acuerdo con su criterio y experiencia, y sean un apoyo.

Otro de los boletines con adecuaciones es el 3010, Documentación de auditoría, donde se establece que el auditor es responsable de preparar la documentación de auditoría. Dentro de los cambios están los señalamientos con mayor detalle sobre la forma y requerimientos que deben cumplir, pero sobre todo, que ahora el auditor debe allegarse de toda la evidencia necesaria para poder soportar su opinión. Debemos tener evidencia de todos y cada uno de los elementos utilizados y revisados para poder opinar o para demostrar el trabajo realizado. Esto, por consiguiente, es una obligación ante una revisión.

Por otro lado, las leyes fiscales han tenido diversas adecuaciones, por ejemplo, contar con un registro como auditores ante el SAT nos permite emitir una opinión con efectos fiscales, que deriva de nuestro trabajo, del cual debemos tener la evidencia comprobatoria del alcance, observaciones y demás cuestiones inherentes. Al momento de hacer la revisión de los papales de trabajo, la autoridad pretende determinar si los cálculos de impuestos están apegados a las leyes fiscales.

Además, la Contaduría Pública ha tenido que reformar, actualizar y adecuar su Código de Ética, emitir una Norma de Control de Calidad con el propósito de demostrar a las autoridades y sociedad que somos una profesión con mecanismos sólidos, los cuales avalan y dan un alto grado de confianza al trabajo de auditoría y que, a pesar de los acontecimientos, seguimos en una constante evolución.

Obligaciones y responsabilidades, si lo vemos en términos generales, son conceptos que debemos tener implementados y bien entendidos desde el momento en que nacemos, para después adecuar y adquirir los conocimientos que nos permitan tomar el camino más acertado, y con ello hacer de estos dos conceptos parte de nuestra vida.

Si consideramos todos estos elementos, y todos aquellos que no se mencionaron por cuestiones de espacio, podemos llegar a una conclusión: las revisiones de papeles de trabajo del SAT no deberán ser un martirio. Que en conjunto con toda la profesión colegiada y autoridades hacendarias se encuentren los mecanismos y los medios más adecuados para que ese voto de confianza que tenemos sea cada vez más fuerte en pro de una sociedad de transparencia.

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