Su origen se debió a acontecimientos extraordinarios. Se requería contar con recursos económicos adicionales para solventar la Olimpiada 1968. En ese momento el pueblo de México mostró gran solidaridad colaborando con esa medida recaudatoria.
La justificación se atendía como una medida transitoria, únicamente para atender y cumplir con decoro -como así fue, vale recordar- el compromiso deportivo, sin embargo ¡Oh, sorpresa!… llegó para quedarse.
En aquellos años, contar con un vehículo se consideraba un artículo de lujo porque no era fácil adquirirlo, únicamente aquellos agraciados en su economía a quienes se consideraba como gentes pudientes, podían tenerlo; aunado a ello, no existía una imperiosa necesidad de poseer un vehículo sino que era más por cuestiones de comodidad.
Pasado el tiempo se han presentado cambios sustanciales: primero, los vehículos bajo las actuales condiciones de vida son artículos necesarios y no precisamente de lujo, aunque los hay lujosos, difícilmente se puede dar atención a los compromisos, deberes y requerimientos que exige la dinámica de vida sin vehículos. Además en aquel momento no había el impuesto al consumo que ahora se aplica en las compras.
Resulta que el dinero que se recauda por ese gravamen va íntegro a las arcas estatales y al eliminarse ese tributo del ámbito federal el erario local resiente en sus finanzas la falta de esos recursos. Este ha sido el único argumento que han dado los gobernadores que pretenden continuar con esa imposición, simplemente la reducen a la necesidad de recaudar esas partidas.
Sin embargo, precisamente para evitar trastornos que pudiesen colapsar las finanzas públicas de las entidades federativas con el retiro del impuesto sobre tenencia vehicular, se previó desde el año 2008 una sobre tasa al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios a efecto de que, sobre la venta de gasolinas se aplicará a favor de los estados un porcentaje, que inclusive acaba de ser prorrogado hasta el 2014.
Se supone que con la entrada de estos recursos fácilmente puede paliarse sin dificultad alguna lo del Impuesto de Tenencia o Uso de Vehículos, ya que es compensatorio y me atrevo a decir que, inclusive las entidades federativas salen ganando.
Actualmente, son diecinueve las entidades federativas del país que, sin consultar a nadie, han decidido crear o modificar el Impuesto Estatal de Tenencia, entre ellos, San Luis Potosí. El pretexto es que la eliminación del impuesto federal les generaría un hoyo negro en sus ingresos y que con ello, no habría recursos para atender las demandas y necesidades de la sociedad.
Eso es falso, pues por ejemplo, en el caso de San Luis Potosí, el 92.5 por ciento de los ingresos totales para 2012 provendrán de la federación, mientras que el 7.5 por ciento de esos ingresos será por concepto de recaudación local. El estado tendrá un presupuesto para el año entrante de 28 mil 695 millones de pesos, mil 200 millones más que en 2011.
En ese sentido, cabe señalar que por concepto de la Tenencia, se recaudarían 460 millones de pesos, monto que frente al total del presupuesto no representa prácticamente nada. Más aun, por concepto de aguinaldos a la burocracia estatal, el gobierno local gastará 500 millones de pesos.
En esa consideración, me parece totalmente improcedente el pretender continuar imponiendo esa carga impositiva al no tener razón alguna de existir, por el contrario la mejor señal que pueden mandar a los gobernados es de solidaridad, de comprensión, mostrando sensibilidad y hablando con la verdad.
NO A LA TENENCIA