El Economista.- En 1995, la banca mexicana tenía cuatro años de haber sido reprivatizada, buscaba recuperar inversiones. El gobierno tuvo que intervenir para evitar la quiebra total, les otorgó créditos en dólares para que cubrieran sus obligaciones.
Eran los primeros meses de 1995, la banca mexicana atravesaba una de sus peores crisis en la historia. Diversos factores se conjugaron: un déficit histórico, problemas sociopolíticos, salida abrupta de capitales y la consecuente devaluación del peso.
En el caso de la banca, reprivatizada cuatro años antes, en su afán de recuperar lo más pronto sus inversiones, según dicen algunos especialistas, y aprovechando una regulación débil y falta de transparencia, se había otorgado crédito en exceso, principalmente al consumo y para bienes raíces, sin revisar debidamente los riesgos de los acreditados.
En diciembre de 1994 la situación económica y política del país era muy complicada, lo que estaba generando un proceso especulativo entre los inversionistas que preveían que el peso se devaluaría inevitablemente, lo que finalmente ocurrió.
Ante la abrupta devaluación de peso, muchos deudores se vieron imposibilitados a hacerle frente a sus deudas, con los consiguientes problemas de morosidad para las entidades financieras.
Con el fin de evitar más fuga de capitales, las tasas de interés se incrementaron a tal punto que la tasa pasiva pasó de 18 a 49% de 1994 a 1995. Esta situación llevó a una crisis del sistema financiero mexicano.
El gobierno tuvo que intervenir para evitar la quiebra total de la banca: otorgó crédito en dólares a los bancos para cubrir sus obligaciones; compró cartera vencida y aligeró la carga a los deudores. Esto, con deuda que después se hizo pública.
Los actuales protagonistas del sector hablan 20 años después: consideran que la banca que opera en México es completamente diferente. Hay una regulación y supervisión muy estrictas; las instituciones están sólidas y bien capitalizadas, y desde hace algunos años prevalece la estabilidad macroeconómica. Ello, consideran, hace prácticamente imposible que se repita una situación como la de 1995.